El Sobrehumano (Pero a veces…)
1989 - A mis 26 años
Soy un viento desaforado
Un huracán de espíritu y de voluntad indomado
Incansable al acecho
Pero a veces…
Solamente una leve brisa
Mientras mi alma intranquila agoniza
Y la vida misma se convierte en una carga insoportable,
Y la muerte. . .
Yo brillo guiado por ese fluido resplandecer
El supremo poder de aquello que profeso
Y sin embargo a veces…
En el silencio y en la oscuridad de la noche,
O del día
Mis oídos se colman de los abucheos
De pavores añejos que renacen
Como enemigos exiliados al reino de los difuntos
Y aquellos asuntos que más temo me desafían de nuevo
Yo camino triunfantemente solo,
Imponente, y dispuesto a expiar por mis acciones:
Sin remordimientos, sin retracciones;
Pero a veces
Como la súbita ola que recubre la vetusta roca
Un dolor llega a mi alma y arranca y desgarra
Mientras siento el agobio de mis años,
De siglos de atrasos,
Y este mundo impío se muestra más allá de la redención
Y mi propia insensata mortalidad ostenta mi atención,
Y no puedo sino suspirar. . . ¿por qué?
Yo me enfrento a mis batallas con destreza impecable,
Armado de mi voluntad infatigable
Y perdiendo,
Nunca reparo dos veces en el fracaso
Un mero ocaso del azar
Pero a veces,
Si acaso por una hora, un segundo o un día,
Una ola, ¡no!, más como un escalofrío
Destraba ante mí la agonía del tiempo,
Del tiempo que he perdido y del tiempo que me falta,
Y quedo abatido por la noción de que mis obras,
¡Mi misma moción!, algún día ya no serán más.
Yo, que he hecho de la Batalla un arte,
Y he dado alas a mi corazón desafiante,
A veces,
Me siento tan solo
Que ningún ser humano puede comprender
Las complejidades de este singular ser que siente
¿Qué siento?
Yo me aventuro valeroso
Ambos león y raposo
Hacia mi destino final, sin dejar camino por atravesar
¡Pero alto!
¿A qué costo me he convertido en este cruzado temerario
Invasor solitario de un dominio más allá de lo humano?
¿Estará este profeta insano?
Yo, que nunca reparo en las desgracias de la vida
Y que libero a esas pendencias de su amargo paladar
No pierdo oportunidad de comenzar de nuevo;
Pero a veces,
Por los instantes más breves de tiempo,
Mientras camino por las playas desiertas de mí pensar
Mis fracasos me reaparecen con la marea:
No hay adonde huir; no hay adonde ocultar.
Yo acecho intrépido el ignoto camino
Y examino con desdén, incluso ira,
A aquellos que declaren mi delirio;
Sin embargo a veces,
Mi paso se reduce a un alto
Sin un líder que seguir y me siento extraviado
Mi arresto parado conforme admiro a esta jungla
Que me rodea.
Y sin embargo yo, que me inclino ante el plan eterno
Que dictamina que todo lo nacido
Incluso Dios, hijo del hombre, debe morir
Siempre al final llego a comprender
Que nuestro destino no es entender
Sino sufrir, ¡no!, desafiar
La condición mortal –
Ya que mientras respiramos, es nuestro deber luchar*.